Llevo unas semanas descubriendo a Daniel Johnston y confieso que estoy totalmente atrapada, con su música y con su historia. Así que tengo que dar la vara por aquí, lo siento. Me tiene maravillada la sencillez de sus composiciones, la belleza inocente y despelotada de sus letras, su marcado acento pop. Él siempre quiso ser un Beatle y eso se nota...
Daniel Johnston comenzó grabando cintas en casa, lo grababa todo, hasta las bullas que le echaba su madre. Pronto se descubriría que no era un chico "normal" (normal siempre entre comillas, quién sabrá lo que significa eso), pero probablemente el consumo de drogas lo precipitó a una enfermedad mental que podría haber sido más leve en otras circunstancias. Me recuerda mucho a Syd Barret, otra de mis debilidades.
El documental "The Devil and Daniel Johnston" hace un precioso repaso a su vida hasta 2005. Jeff Feuerzeig ganó el premio a Mejor Director de Documentales en el Festival de Sundance por él y os aseguro que no tiene desperdicio. Podéis verlo pinchando el enlace.
Me conmueve su fidelidad a un amor imposible de instituto, Laurie. Aún sigue escribiendo canciones sobre ella. Me conmueven sus padres, conscientes de que, cuando ellos falten, Daniel se va a ver muy perdido en este mundo hostil. Aunque ha pasado largas temporadas en hospitales psiquiátricos, ahora vive en una casita construida en el jardín y disfruta de cierta independencia y estabilidad.
Quizás el episodio más dramático de su vida sea el acontecido en 1990. Su padre, piloto retirado de las fuerzas armadas estadounidenses, lo llevaba de vuelta a casa en aeroplano después de dar un concierto en Austin. Durante el vuelo sufrió uno de sus "ataques", arrancó la llave del contacto y la lanzó por la ventanilla. Afortunadamente el padre tiene mucha experiencia y consiguió estrellar la avioneta en una masa de árboles que minimizó el impacto, pero imagino que el susto fue tremendo. Después Daniel confesó que se creía Casper, personaje que siempre le ha obsesionado (como el Capitán América y tantos otros que se repiten en sus dibujos). Por cierto, sus dibujos. Sus dibujos también son dignos de mención, muy especiales. Hasta Matt Groening es fan.
Son incontables las versiones de sus canciones grabadas por otros artistas. Probablemente la última sea ésta de M. Ward. Una auténtica maravilla. Daniel Johnston no es un Beatle, pero ha conseguido parir canciones que, sorprendentemente, todavía no existían. Clásicos atemporales. Coplillas pegadizas.
Pero lo más importante es su música. En serio, pasad de todo lo que os he contado y escuchad las canciones. No sé vosotros/as, pero yo con joyitas pop como ésta me vengo arriba. En bucle me la pongo.