Con carácter continuista, estrena director, el quinto de su historia, esta nueva, y van catorce, edición de la Bienal, que celebraba a platillo su cuarto de siglo hace dos años: tras el descalabro de un superespectáculo no representado, que supuso déficit y razón de destitución, el nuevo director proviene de la gestión universitaria y deja hacer. Otea y llega con las rebajas. Con una Agencia descabezada, con la baja de un Teatro Maestranza en reforma (no debería ser ésa razón para tan escasos estrenos), de nuevo sin contar con barrios o peñas, la autoproclamada cita más grande con el flamenco nos otoñea un año par más. Sin sorpresas aparentes: veremos buenos espectáculos, pocos, pero, eso sí, destellos muchos. Y una urdimbre de cursillistas recorriendo la ciudad de dos en dos. |
lunes, septiembre 04, 2006
La bienalización del arte flamenco
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