Mi memoria selectiva había borrado el recuerdo de esa casa. Cuánto frikismo en tan pocos metros cuadrados... Convivir con JC tuvo que ser mortal, supongo que te prohibiría pinchar nada que fuera más allá de 1968... Pero podías ver la giralda mientras meabas, eso sí.
Yo me apunto al "Party". Fue el primero que pillé de esta banda y lo trillé a tope.
Una historia del abuelo Cebolleta: Hace años vino Jonathan Richman a dar un concierto a la discoteca "Rrio", de la calle Betis. Después del concierto Luis Clemente y yo fuimos a hacerle una entrevista, y Luis le regaló su copia en vinilo del "Party!" de los Beach Boys porque había leído en algún sitio que le gustaba ese disco. El cabrón del Richman ni siquiera apreció el gesto y nos despachó enseguida con un par de malos gestos, poniéndo mala cara a nuestras preguntas y con muchas prisas porque se lo iban a llevar a escuchar sevillanas a uno de los antros rocieros que por entonces estaban de moda, del que no recuerdo el nombre, pero que fue uno que pocos meses después cerraron por no se qué rollos con la cocaína.
7 comentarios:
hombre, faltaría más! claro que el Pet Sounds!
La semana pasada me compré el Beach Boys’ Party!, y también estoy rayándolo bien.
Pet Sounds, claro. Sólo por Sloop John B ya merece la pena.
"all summer long"! JC y yo quemábamos ese disco en Almirante Hoyos
Mi memoria selectiva había borrado el recuerdo de esa casa. Cuánto frikismo en tan pocos metros cuadrados... Convivir con JC tuvo que ser mortal, supongo que te prohibiría pinchar nada que fuera más allá de 1968... Pero podías ver la giralda mientras meabas, eso sí.
Yo me apunto al "Party". Fue el primero que pillé de esta banda y lo trillé a tope.
Una historia del abuelo Cebolleta: Hace años vino Jonathan Richman a dar un concierto a la discoteca "Rrio", de la calle Betis. Después del concierto Luis Clemente y yo fuimos a hacerle una entrevista, y Luis le regaló su copia en vinilo del "Party!" de los Beach Boys porque había leído en algún sitio que le gustaba ese disco. El cabrón del Richman ni siquiera apreció el gesto y nos despachó enseguida con un par de malos gestos, poniéndo mala cara a nuestras preguntas y con muchas prisas porque se lo iban a llevar a escuchar sevillanas a uno de los antros rocieros que por entonces estaban de moda, del que no recuerdo el nombre, pero que fue uno que pocos meses después cerraron por no se qué rollos con la cocaína.
Jo, Carrascus, yo tenía un buen concepto del Jonathan...
Amalio, cuenta la historia del escaléstris en la cocina a las 3 de la madrugada, andaaaa
O si no, la de las caretas de los simios.
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