Hoy traemos una historia de vida en primera persona y hablando en plata. Se trata de una entrevista que nuestra Andalucía ha hecho a una de las personas que acude a Elige la Vida, la asociación de drogodependencias de Triana en la que colaboro.
Abrir una nevera y agarrar un yogur, escuchar el sonido de la cisterna,... también pueden ser sueños.
Mª Ángeles. 27 de Noviembre de 2008.
Mi madre fue una hija de su madre, me dejó con cuatro años, a mí y a tres hermanos
más, en la Casa Cuna, un centro que recogía niños huérfanos y abandonados por sus
familias. También era un colegio. Éramos siete hermanos, nos dejó a los cuatro más
pequeños.
Desde pequeña fui muy nerviosa, me peleaba con los compañeros y con las monjas,
les quitaba las tocas, les pegaba, me metía debajo de sus faldas y les quitaba las
bragas... Por eso he tomado medicación desde que era una niña...
Cuando por mi edad salí del colegio de las monjas, a los catorce años, estuve
deambulando de centro en centro, centros de salud mental. La Diputación de Sevilla se
hizo cargo de mi tutela. Así terminé en el antiguo manicomio, hasta que a los veintidós
años me informé y me di cuenta de que mi estancia allí era voluntaria. Cogí mis cosas
y me fui a Teruel, y de allí a Barcelona.
En Barcelona estuve trabajando en el bar de mi pareja, una dominicana... Su marido
estaba en Santo Domingo y cuando volvió, además de ponerme los cuernos con él, no
me quiso pagar. Cuando no se tiene razón, no se tiene razón, y cuando a mí se me
cruzan los cables no me controlo, así que cogí y le destrocé el bar. Y nada..., después
de eso me volví a Sevilla, estuve en “búsqueda y captura” por no pagar la multa del
bar y finalmente acabé en la cárcel, en Sevilla 2, aquí mismo en Mairena. Tres meses.
Fue horrible, no se lo deseo ni a un animal.
Allí tuve que pegarle a dos tías. Una porque quiso buscarme un problema metiéndome
hachís en el paquete de tabaco delante de la celadora. La otra era mi compañera de
celda y se ponía en pelotas a hacerse pajas, le tuve que dar.
Volví a encontrar a Sor Anuncia cuando regresé de Barcelona... Aquí estaba en la calle.
Entré en el comedor de Pagés del Corro a por mi bocadillo y ella me reconoció, me
dijo: “Tú eres Mari Burgos”. Desde entonces sigue siendo como mi madre.
Aquí en Sevilla retomé de nuevo la medicación. Empecé a trabajar con Elena, la
trabajadora social del comedor, pero me cabreé con ella, rompí los cristales del
comedor y desde entonces estoy con Jesús y la Asociación, y hasta ahora sin
problemas. Estoy más tranquila, no me dan esos arrebatos que me daban antes. Estoy
mejor, más contenta.
En la casa okupa de Pagés del Corro llevo tres años. Allí somos como una familia.
Todos tenemos días malos pero nos entendemos bien, a veces saltan chispas pero
sabemos y comprendemos que los demás tienen sus problemas y eso se respeta. Esa
es la ley de la calle, tú me respetas, yo te respeto, tú tienes problemas, yo te respeto,
yo tengo problemas, tú me respetas. Para sobrevivir en la calle hay que pertenecer a
un grupo que se convierte en tu familia. Si alguien te agrede toda la familia te
defiende, y si viene alguien de fuera a buscar problemas la lleva clara, porque nos
convertimos en una piña.
Esa es mi única familia. Con mis hermanos nada... mi hermana es una hija de puta...
Cuando la necesité por el tema de mi hijo me dio la espalda. Me quedé embarazada y
necesité una dirección para que no me quitaran al niño, para que constara un
domicilio. Me dijo que no se creía nada y efectivamente me quitaron al niño, por culpa
de mi puñetera hermana. Cuando la vea le parto la cara y respiro tranquila.
Ahora parece que las cosas mejoran. He empezado a trabajar en Aisol. Me levanto a
las seis de la mañana y vuelvo a casa a las cuatro de la tarde. Estoy contenta, el
ambiente es muy bueno. El problema es que me llevan prometiendo una casa desde
hace tres meses y al final nada, es para desesperarse, coño, ¿tú sabes lo que es una
casa para mí? No quiero ni hablar de eso hasta que no la tenga, que da mala suerte.
¿Sabes lo primero que voy a comprar cuando tenga una nevera? Lo primero unos
bombones, unas cuantas tabletas de chocolate, me encanta el chocolate. Coca- Cola,
un par de yogures..., de los buenos, leche condensada, chopped, mortadela, jamón
York, queso, galletas, magdalenas... Me voy a poner morada. Y otra cosa que echo
mucho de menos, el sonido de la cisterna... agüita y todo fuera. ¡¡¡Cómo lo vamos a
celebrar cuando me den la casa!!!
2 comentarios:
No es comparable por supuesto para nada lo que ha tenido que sufrir esta mujer en la vida, con la situaciones que vivimos a diario nosotros "los integrados socialmente", pero te puedes creer que uno de mis sueños es abrir la persiana y asomarme por la ventana?
Ese gesto que he hecho tantas veces y que en los últimos años he anhelado.
Es como cuando te vas de camping y vuelves a la rutina cívica.Tu cuarto de baño, tu sofá.
La era de la comodidad es lo que tiene.Besos Lu
Bueno que menos mal que aún hay gente que lucha por estas personas.
Brutal, Lu.
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